GASTAMBALDE
Hoy he vuelto de nuevo al cortijo
que tanto he amado,
el que estaba sembrado de olivos
con huerta y naranjos,
donde luego, llegando el estío
-si el trigo ha secado-,
separaban haciendo una trilla
la espiga del grano.
Y encontré como en su caserío
ya no hay perros que salgan ladrando,
a su techo le faltan las vigas
-se han caído y está el cielo raso-
Y la noria del pozo no gira,
ni te vierte ya el agua sonando
cuando sube con los cangilones
que vacía, y vuelve a llenarlos.
Hoy he vuelto de nuevo al cobijo
de aquellos veranos,
donde un día naciera mi hermana
¡Divino regalo!,
y encontré que la vieja morera
que tú habías plantado,
aun tenia en su tronco caído
las moras colgando.
Ya no existe el jardín ni la parra,
no hay rosales, ¡ni adelfas, ni nardos!
No encontré los panales de abejas
que libaron las flores de antaño,
ni se escuchan las viejas cuadrillas
de labriegos volviendo del campo;
sólo queda el enorme vacío
de un recuerdo... Y su mudo quebranto.
Hoy he vuelto otra vez padre mío
al sitio añorado,
por si escucho de nuevo el sonido
que emiten los grajos,
o se oyen pastando las vacas,
volver el ganado,
chirriando los grillos,
las aves volando...
¡Y pudiera sentir como mío
el cielo y el campo!
Hoy he vuelto de nuevo al cortijo...
Y no te he encontrado.
Ángeles Asensio
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