AIRE DE CERES
Me miras piedra a piedra
y se adolecen mis ojos ante tanta heredad tuya.
Vivo en la savia de tus muros
y en el silencio casi humano de tu pasado.
Te confieso, Ceres, que los lejanos soles ya no me dañan
ni siquiera las acequias inhóspitas de la tristeza,
ni aquellos hondos círculos de desencantos ocultos
que se han ido convirtiendo en polvo, en otro tipo de raíces
donde crecen airosas leyendas.
Me gustaría pensar que eres el olvido de mi epitafio,
el presente eterno del aire, la piedra de mi médula.
En este Septiembre me desnudo ante ti, me quito hasta la piel,
para enseñarte todas mis heridas
y las huellas que ha dejado la noche en mi pecho.
Sé que aún te recorro, que aún vuelo por tus calles,
donde habitan los seis arcos
y donde bailan las sombras de mis antepasados.
que sueño madrugadas de encinas
y tejados de agua que voltean a las nubes incrédulas.
La muerte no me quita nada de ti.
Aún soy la niña del norte que continúa jugando a la vida.
Isabel Blanco Ollero
Mejor no puede ser, esos sentimientos y tu palabra escrita me emocionan!Maravilloso¡
ResponderEliminarPuri
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